Ángel González, Palabra sobre palabra

«A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos»
«A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos»
«–¿Qué haces aquí, guapa? Si todavía no tienes edad para saber lo mala que es la vida. –Está muy claro, doctor, que usted nunca ha sido una niña de trece años»
«-Jeanette, ¿puedes decirme por qué? -Por qué, ¿qué? -Sabes muy bien el qué. -Cuando estoy con ella soy feliz. Feliz sin más.
Asintió. Parecía que comprendía y pensé, de verdad, por un instante, que iba a cambiar de opinión, que hablaríamos, que estaríamos al mismo lado del muro de cristal. Esperé. Al final me soltó: -¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?»
«Dio la vuelta y se apresuró aún más, pero en sentido contrario. Sin saber bien qué hacer todavía. Sin saber adónde se dirigía. Sin saber por qué estaba huyendo. El corazón le latía muy fuerte, pero ella se sentía extrañamente aliviada, incluso feliz»
«Terminar los estudios, salir de casa, empezar a trabajar, casarse, tener hijos: hasta hace muy poco esta progresión tan bien definida se daba por sentada»
«A algunos les gusta la poesía, como también les gusta la sopa de fideos»
«Buenas o no, mandan mucho las horas, tanto por lo que deciden como por lo que regalan, si somos capaces de recibir con gratitud y buen gesto el regalo. Casi nunca salen vacías al cascarlas, rara es la que no trae en su seno algo que no llegamos a descifrar o a lo que hacemos ascos, pendientes sólo con obtuso empeño de ver si coincide con lo que nosotros habíamos pedido. Pues no. No coincide casi nunca, conviene hacerse a la idea. Son como los Reyes Magos las horas de la vida. Pero en plan de “o lo tomas o lo dejas”, no les gustan las súplicas ni los requerimientos. Rechazar de plano el pacto que proponen y el fruto que brindan es poner cimientos tempranos a la arterioesclerosis. Y mejor, en caso de aceptar, hacerlo de buen grado y con mirada alerta, porque así es como pueden caer propinas inesperadas. La sorpresa es una liebre, ya se sabe, y el que sale de caza nunca la verá dormir en el erial»