Marta Sanz, Clavícula

Marta Sanz, <i>Clavícula</i>

«Escribo de lo que me duele» #MartaSanz #Clavícula @anagramaeditor #autobiografía #novela #leoautoras

🎼 No llevo ningún tatuaje, pero si llevara uno sería una amapola, porque nunca está de más recordar el poema de Gloria Fuertes:

Me dijeron: O te subes al carro o tendrás que empujarlo. Ni me subí ni lo empujé. Me senté en la cuneta y alrededor de mí, a su debido tiempo, brotaron las amapolas.

Y estos días leyendo a Marta Sanz he sentido como si se me tatuara una clave de sol en la clavícula. Escribe Sanz que el mundo es casi siempre una mierda y cuesta un esfuerzo hercúleo tirar del carro: habla de una inquietud de época, de género y de clase. Las mujeres padecemos enfermedades misteriosas porque, a menudo, sin ni siquiera darnos cuenta, nos resistimos al sistema y acabamos somatizándolo, y estas somatizaciones se transforman en un interesado misterio para la ciencia.

Siguiendo el azar de las bibliotecas, he leído ‘Clavícula’ poco después de ‘La història dels vertebtrats’ (Mar García Puig), maravilloso ensayo sobre la locura puerperal, y aunque en ‘Clavícula’ no hay parto, ni hijos, ni puerperio, ni deseo de ello, creo que retrata la misma enfermedad: la del miedo a enfermar y la del miedo a no poder enfermar. La de la sensibilidad verdadera —que hace doloroso vivir en este mundo—, la de sentir la carencia en el cerebro de una sustancia que nos ayude a atenuar el sentimiento trágico de la vida.

La narradora de ‘Clavícula’ no es una hipocondriaca, no está deprimida: tiene un dolor. ¿Vino primero la pena y se somatizó o fue el dolor físico el que ocasionó el padecimiento mental? ¿Es verdad o mentira este dolor que se compacta dentro de ella? ¿Compartir el dolor y el miedo sirve para desprenderse de él o, al contrario, las lágrimas y las palabras magnifican el daño y le confieren realidad?

No lo sé, pero sí es cierto que hay un dolor. Yo a veces logro olvidarlo, a veces logro extirparlo de mí, a veces siento que lo he superado, y otras veces se convierte en una bola que no puedo tragar o sale en forma de monstruo de una pequeña lesión en mi piel. Y todas las veces encuentro luz y curación en las palabras de quienes lo comparten y de quienes, como Sanz, reivindican: “Tengo derecho a mi dolor”. 🎼

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Sobre Sonia de Luis

Me gradué en Filología Hispánica y he cursado algunos másteres y posgrados relacionados con la comunicación, la edición y el asesoramiento lingüístico. Trabajo como correctora, traductora y asesora lingüística desde hace más de diez años. He investigado sobre la despatriarcalización del discurso político. Leo y reseño en @noterminesloslibros.

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