Blanca Lacasa, El accidente

«salto mortal en el que él le ha soltado de la mano y la ha dejado tirada sin posibilidad de entender»
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🚘 Por qué tiene que acabar en accidente lo que podría ser solo un paseo, una excursión, una vuelta en barco, en moto, en furgoneta. Y que después te deja sana y salva en casa. Sana pero un poco loca. Una locura productiva. Resaca de erotismo. No sé. No en todo hay ángulos muertos. Los paseos no tienen que acabar en accidente. A no ser que el conductor sea, como dice mi amiga Irene, un impresentable. Y te deje tirada en medio de la carretera. Sola. Tú serías capaz de correr descalza hasta la gasolinera más próxima y cargar bidones de vuelta (¿es eso lo que se hace cuando un vehículo se queda sin gasolina?).
Si sientes dolor es que estás viva. Solo quien no se mueve no tiene nunca accidentes. Casi todo está en la mente, casi todo está en la imaginación, que se alimenta de la memoria aferrada a cosas que sí pasaron, a frases que sí se dijeron. El deseo habla más de quien desea, del sujeto del deseo, que de lo que desea, el objeto. El deseo puede doler, pero también nos permite salir de nosotras mismas y seguir buscando. Solo quien sale y busca tiene accidentes.
Yo también tengo un coche. Podría haber acabado nuestra historia atropellándolo cuando lo vi o pegándomela cuando paré para saludarlo. No hubo accidente. Al contrario, me alegré de verlo. Claro. Dijo que él también. Después mutismo. El accidente es el silencio. Accidente silencioso. Sigo intentando entender. Supongo que no es tan difícil de entender. Sus ruedas se detuvieron. Las mías no. 🚘