Katherine Angel, El buen sexo mañana
«Una ética del sexo digna de ese nombre tiene que admitir la vaguedad, la opacidad y el desconocimiento. Tenemos que partir de esta premisa, esta peligrosa y compleja premisa: no tendríamos por qué conocernos a nosotras mismas para estar a salvo de la violencia»
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🔗 Instagram censura la portada de este libro. El sexo ha sido, y es, prohibido y regulado de mil maneras, y parece que estamos en un momento en el que ya mañana el sexo volverá a ser satisfactorio gracias a la herramienta del consentimiento y el autoconocimiento.
Para Angel, el problema es que deberíamos entender el sexo como algo deseable, que lleve a hablar del deseo y no del consentimiento de la mujer. Y no siempre es fácil tomar la palabra para expresar el deseo y decir que sí, no siempre sabemos lo que queremos.
La cultura del consentimiento se desentiende de la indecisión sexual, de la incertidumbre y del miedo, e imagina individuos empoderados capaces de expresar sus deseos en voz alta y con confianza.
Para que las relaciones sexuales sean, pronto, satisfactorias, hay que partir de otro punto: articular una ética sexual que admita la vaguedad, la opacidad y el desconocimiento. Parte de los placeres del sexo pueden residir en descubrir nuevas maneras, en ser vulnerables y estar abiertas a lo desconocido. El placer supone un riesgo que no se puede anticipar o evitar, el placer no se logra endureciéndose contra la vulnerabilidad sino abriéndose a ella.
Si estamos en el momento del consentimiento, incluso del consentimiento entusiasta, Angel propone ir más allá: imagina una sociedad que acepta la vulnerabilidad como estado que permite reconocer el deseo, que no ve la duda como una traba que sortear, que entiende que la decisión es variable porque el sexo es variable. 🔗