Soledad Urquía, La luz y la montaña

«La idea es localizar la sensación “Yo soy” pero de manera indeterminada, sin decir “yo soy esto o aquello”»
@soledad_urquia #Laluzylamontaña @las_afueras
💛 De los quince a los treinta años estuve apuntada a yoga, a veces no iba, otras iba una vez a la semana y durante una época larga fui todos los días, incluso los domingos. Ahí aprendí a crear un espacio entre el corazón, la boca del estómago y los pulmones en el que sentirme bien: “Aquí y ahora estás bien y no importa nada más”, decía un profesor, y, aunque a veces me pasaba la meditación llorando, sentía que tenía razón.
Hace unos años cambié el yoga por el gimnasio, pero, aunque suene friqui, eso que llamaban tecnología del Kundalini sigue en mí: me conecta con mi centro y siento que eleva mi espíritu.
‘La luz y la montaña’ lo he sentido en ese espacio entre el corazón, la boca del estómago y los pulmones; si los chakras existen, entre el tercero (el del plexo solar, “yo puedo”) y el cuarto (el del corazón, “yo amo”).
En este libro Urquia se enfrenta a la complejidad de armonizar el estado espiritual (la verdadera vida) al que aspira —al que supuestamente se llega sin hablar, sin pensar, sin comer— con la vida real y la maternidad. “Dominar mi mente, en lugar de que ella me domine a mí, requiere un esfuerzo enorme que solo consigo si me dedico en exclusiva a ello”, dice, y busca cómo integrar eso en el mundo en el que vive.
No puedo negar que ahora me incomoda un poco todo esto, por lo que implica de privilegio: en la sociedad occidental en general son quienes tienen tiempo y dinero quienes pueden dedicar horas a meditar, a acudir a sanadores, a hacer sin esperar nada y a preguntarse qué hacer para asegurarse el sentido. Y creo que la iluminación no sirve si no es para todos y, mucho menos, si unos se iluminan a costa de la luz de otros.
Aun así hay que seguir trabajando en una misma para hacer que las cosas resulten más fluidas y poder participar e incluirse, y el deseo de luz produce luz. Hace nueve años (el nueve es el número de la trascendencia) pasé Nochevieja con un grupo de buscadores de luz guiado por mi querida renatalutti, y este libro me ha conectado con la luz y la montaña de ese viaje.💛